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Mitos sobre los puros: Desmontando los mitos comunes

Actualizado: 5 may

Los puros son más que solo humo fragante y un sabor refinado; vienen con toda una cultura que ha desarrollado muchos mitos y tradiciones desactualizadas. Con el tiempo, fumar puros se ha convertido en un ritual, algunas partes del cual ya no tienen sentido. Los principiantes a menudo se confunden, y lo que parece ser una señal de sofisticación podría ser, en realidad, un error. Hoy, abordemos algunos de los mitos más persistentes sobre los puros y expliquemos por qué es hora de dejarlos atrás.

Cigars are more than just fragrant smoke and refined taste; they come with a whole culture that has developed many myths and outdated traditions. Over time, smoking cigars has become a ritual, some parts of which no longer make sense. Beginners often get confused, and what seems like a sign of sophistication could actually be a mistake. Today, let’s tackle some of the most persistent cigar myths and explain why it’s time to let them go.

Mito del cigarro # 1: Los puros cubanos son “los mejores del mundo”

Este es una opinión debatible que depende en gran medida del gusto personal. Si disfrutas de los puros cubanos, eso es perfectamente válido. Sin embargo, desde un punto de vista objetivo, la calidad de un puro no se determina solo por su origen, sino por factores como la calidad del tabaco, la construcción y la consistencia. En estos aspectos, los puros cubanos a veces pueden quedar cortos. Este mito es especialmente engañoso, ya que después de la revolución de Castro, muchos productores cubanos abrieron fábricas en otros países. Hoy en día, incluso los aficionados más experimentados no siempre pueden distinguir un puro cubano de alta calidad de uno dominicano.


Si bien Cuba es la cuna del tabaco curado al aire oscuro, la “edad dorada de los puros” se debe en gran medida a los productores fuera de sus fronteras. La afirmación “Cuba es lo mejor” tiene más que ver con la preferencia personal que con una verdad objetiva. Entre los puros cubanos, hay tanto buenos como malos. Este mito es perpetuado por Hollywood y los autoproclamados conocedores.


¿“Semillas cubanas” = Calidad?

El tabaco cultivado a partir de semillas cubanas (tanto en Cuba como en el extranjero) puede ser excelente o mediocre. Varios factores influyen en la calidad, como el suelo, el clima, la fermentación y el enrollado. Este mito ganó popularidad después del embargo estadounidense, cuando los fabricantes buscaron aumentar el valor de sus puros al hacer referencia a “semillas cubanas”. En realidad, la mayoría de las variedades premium de tabaco provienen de semillas cubanas, pero se cultivan en otros países durante décadas. Si una caja dice “Semilla cubana”, es probable que el fabricante no tenga mucho más de qué presumir sobre su producto.


Mito del cigarro # 2: Los puros deben ser precalentados


Algunos fumadores creen que sumergir la punta de un puro en coñac hará que su aroma sea más intenso y su sabor más refinado. Incluso citan a Winston Churchill, afirmando que él hacía esto. Sin embargo, esta historia es más una exageración fantástica que una tradición relacionada con las prácticas adecuadas de fumar.


En realidad, Churchill a veces sumergía su puro en coñac, pero no para mejorar el sabor. Lo hacía por necesidad. El primer ministro británico fumaba puros casi continuamente. Su día comenzaba con un puro y una taza de café, y terminaba con el último puro humeante en el cenicero junto a su cama. En algunos días, podía fumar hasta veinte puros, lo que, por supuesto, tenía sus consecuencias.


El contacto constante con la hoja de tabaco causaba una fuerte irritación en sus labios. Las resinas y aceites en las hojas del envoltorio dejaban una sensación persistente de sequedad, hormigueo e incluso dolor después de fumar durante mucho tiempo. Para aliviar esta incomodidad, Churchill comenzó a envolver el extremo que se fumaba del puro con un papel delgado, elegido para coincidir con el color del puro para que no fuera notorio. Esto minimizaba el contacto con los componentes irritantes, pero creaba un nuevo problema: el desagradable sabor del papel en sus labios.


Fue entonces cuando comenzó a sumergir el extremo envuelto de su puro en un vaso de coñac. Esto suavizaba el sabor del papel y hacía la experiencia de fumar más cómoda. Sin embargo, esto no se hacía para mejorar el sabor del puro, sino para eliminar la incomodidad. La bebida aromática no mejoraba el tabaco; al contrario, sumergir el puro en líquido podía distorsionar el equilibrio del sabor, y la hoja de tabaco podría deformarse.


Sin embargo, muchos fumadores, ajenos a las circunstancias, tomaron este gesto como una señal de buen gusto. Así nació el mito de que sumergir un puro en coñac es un signo de buen gusto y un profundo entendimiento de los aromas. En realidad, los verdaderos conocedores evitan cualquier contacto entre el puro y los líquidos. Es mucho más agradable saborear un puro y un buen coñac por separado, permitiendo que sus sabores y notas aromáticas se mezclen armoniosamente durante el proceso de fumar y degustar. Ahí es donde se encuentra el verdadero placer.




Mito del cigarro # 3: Los puros son igual de dañinos que los cigarrillos

Las investigaciones muestran que los puros pueden ser menos dañinos que los cigarrillos, ya que el tabaco de puro pasa por una fermentación natural, a diferencia de los químicos añadidos a los cigarrillos. El daño causado por los puros depende de la salud y el estilo de vida del individuo. Para algunos, los puros pueden representar un mayor riesgo, mientras que, para otros, los hábitos alimenticios poco saludables pueden ser más perjudiciales.


Mito del cigarro # 4: Sumergir un puro en coñac mejora su sabor

Algunos fumadores creen que sumergir la punta de un puro en coñac hará que su aroma sea más rico y su sabor más refinado. Incluso señalan a Sir Winston Churchill como ejemplo, afirmando que él supuestamente hacía esto. Sin embargo, esta historia es más un mito embellecido que una realidad vinculada a las tradiciones adecuadas de fumar.


De hecho, Churchill a veces sumergía su puro en coñac, pero no para refinar el sabor. Lo hacía por necesidad. El primer ministro británico fumaba puros casi de forma continua. Su día comenzaba con un puro y una taza de café, y terminaba con el último puro humeando en el cenicero junto a su cama. En algunos días, fumaba hasta veinte puros, y, por supuesto, esto traía no solo placer, sino también ciertas consecuencias.


El contacto constante con la hoja de tabaco causaba una intensa irritación en sus labios. Las resinas y aceites en las hojas del envoltorio dejaban una sensación persistente de sequedad, hormigueo e incluso dolor después de fumar frecuentemente. Para aliviar esta incomodidad, Churchill comenzó a envolver el extremo del puro que se fumaba con un papel delgado especial, elegido para coincidir con el color del puro para que no fuera notorio. Esto minimizaba el contacto con los componentes irritantes, pero creaba un nuevo problema: el desagradable sabor del papel en sus labios.


Fue entonces cuando empezó a sumergir el extremo envuelto del puro en un vaso de coñac. Esto suavizaba el sabor del papel y hacía que la experiencia de fumar fuera más cómoda. Sin embargo, todo esto se hacía no para mejorar el sabor del puro, sino para aliviar la incomodidad. La bebida aromática no mejoraba el tabaco; al contrario, sumergir el puro en líquido podría alterar el equilibrio de los sabores, y la hoja de tabaco podría deformarse.


No obstante, muchos fumadores, ajenos al contexto, tomaron este gesto como una señal de buen gusto. Así nació el mito de que sumergir un puro en coñac es un signo de buen gusto y un profundo entendimiento de los aromas. En realidad, los verdaderos conocedores evitan cualquier contacto entre el puro y los líquidos. Es mucho más placentero disfrutar de un puro y un buen coñac por separado, permitiendo que sus sabores y notas aromáticas se armonicen durante el proceso de fumar y degustar. Ahí es donde realmente reside el disfrute.



Mito del cigarro # 5: Los mejores puros se enrollan en los muslos desnudos de mujeres mulatas sensuales

Este es quizás el mito más romantizado y extendido. Contrariamente a la leyenda, el enrolado de puros ha sido tradicionalmente considerado un trabajo de hombres. Para enrollar un puro de manera adecuada y firme, se necesitan músculos de mano muy fuertes, y solo algunas mujeres poseen tal fuerza. En Cuba, los torcedores de puros siempre fueron hombres, y la primera mujer torcedora apareció en la fábrica La Africana en La Habana solo a finales del siglo XVIII. Además, enrollar puros requiere una superficie firme y plana, mientras que el muslo de una mujer mulata delgada tiene una forma completamente diferente.


El autor de este mito se cree que fue Prosper Mérimée. Para preparar su novela “Carmen”, el escritor francés viajó a España para comprender mejor a los españoles y su estilo de vida. Siendo un hombre atractivo y de figura imponente, Mérimée comenzó un romance con una joven española. Dado que España en el siglo XIX era un país profundamente religioso, los romances extramaritales eran severamente castigados, por lo que los amantes tuvieron que ocultar cuidadosamente su relación. Mérimée alquiló una pequeña habitación específicamente para sus encuentros con su amante. Llegaban y salían en diferentes momentos, siempre alerta, ya que todos los ojos estaban sobre el guapo francés.


Mérimée pasó muchas horas en esa pequeña habitación esperando la llegada de su amante y, después de su partida, esperando la oportunidad de salir. Todo estaba bien: las horas de espera valían la pena por el tiempo pasado en el abrazo de su amante, pero Mérimée era un ávido fumador. Adoraba los puros y los compraba todos los días. Pasar tanto tiempo en la habitación secreta significaba que no podía reabastecerse de puros. La solución al problema llegó rápidamente. Su ingeniosa amante española compró hojas de tabaco y, descansando en la cama después de sus apasionados encuentros, enrollaba los puros sobre sus muslos. Resultó ser muy hábil en el enrollado de puros, y estos eran simplemente magníficos. Mérimée fumó el puro recién enrollado, y el ciclo comenzó nuevamente…


Esta aventura dejó tal impresión en el escritor que, al regresar a París, la compartió con todos sus amigos. En un par de semanas, todos en París hablaban de los mejores puros enrollados en los hermosos y desnudos muslos de mujeres mulatas sensuales. En el proceso, todos olvidaron a Mérimée y sus escapadas románticas en España. El mito, sin embargo, permaneció.


No obstante, este concepto erróneo no surgió de la nada. En la sección “despala” de una fábrica de puros, donde se retira la vena central de la hoja de tabaco, generalmente trabajan mujeres conocidas como “despalilladoras”. Ellas estiran cada hoja de tabaco sobre su rodilla y rápidamente extraen la vena. Esto podría ser de donde surgió la confusión, ya que se pensó que los puros se enrollaban en los muslos desnudos de las mujeres. Desafortunadamente, esto no es cierto. Se retira la vena, no se enrolla la hoja completa, y no en muslos desnudos, porque las hojas de tabaco absorben el sudor, y hacerlo de esta forma no mejoraría el aroma del futuro puro.


El caso de Mérimée puede considerarse una excepción: el puro enrollado sobre el muslo de su amante fue doblemente placentero para él.


Mito del cigarro # 6: Cuanto más oscuro es el cigarro, más fuerte es

Muchas personas creen que, cuanto más oscuro es el envoltorio de un cigarro, más fuerte es. Parece lógico: color intenso, sabor rico, efecto fuerte. Pero esto es como juzgar un libro por su portada. Es engañoso. ¿Son los puros maduro más fuertes que los de envoltorio más claro? En realidad, lo contrario es cierto: el envoltorio maduro se vuelve más dulce durante el proceso de torrefacción.


En realidad, la fuerza de un cigarro no está relacionada con su color exterior. Puedes encontrar puros con envoltorios casi negros y aceitosos que resultan sorprendentemente ligeros y suaves. Y, por el contrario, un cigarro de color claro puede ocultar una verdadera tormenta de nicotina en su interior.


El color de la hoja de envoltura está determinado por la variedad de tabaco, las condiciones de fermentación y el tiempo de envejecimiento. Hay unos siete tonos básicos de hojas de envoltura en el mundo, desde verde claro hasta casi negro, y los torcedores cubanos identifican hasta setenta gradaciones sutiles. La hoja de envoltura tiene más influencia en el aroma y ligeramente en el sabor, pero no en la fuerza.


La fuerza del cigarro depende de su relleno — su corazón. Las hojas de ligero, ubicadas en la parte superior de la planta, son ricas en nicotina, lo que da fuerza y densidad al cigarro. Cuantas más hojas de ligero haya, más fuerte será el cigarro, sin importar el color del envoltorio.


La riqueza (profundidad de sabor) y la fuerza (nicotina, intensidad) son dos cosas diferentes. Un cigarro puede ser rico pero no fuerte.


¿Por qué los puros oscuros parecen más fuertes? Se debe a los aceites y resinas en el envoltorio oscuro, que son más abundantes. Permanecen en los labios, creando una ilusión de riqueza y fuerza. Pero esto es como el café descafeinado: el sabor está allí, pero el efecto es ilusorio.


Un cigarro es como una persona. No juzgues su carácter solo por su apariencia.


Mito del cigarro # 7: El grosor y la longitud de un cigarro afectan su fuerza

Muchas personas creen que, para quienes prefieren un sabor suave, es mejor fumar puros de diámetro más pequeño. En realidad, esto no es así. Para disfrutar de un sabor suave y un aroma delicado, debes elegir puros de mayor diámetro. En estos puros, el humo tiene más oportunidad de enfriarse, haciendo la experiencia de fumar más fresca. Por otro lado, los puros delgados tienen menos enfriamiento del humo, lo que los hace más intensos y calientes.


La longitud de un cigarro no afecta su fuerza. Solo influye en la duración de la experiencia de fumar, dándonos más tiempo para disfrutarlo. Sin embargo, cuanto más cerca esté el extremo ardiente del cigarro de los labios, más caliente será el humo, ya que no tiene tiempo de enfriarse, lo que resulta en una sensación de “quemazón”.



Mito del cigarro # 8: La ceniza blanca es señal de un gran cigarro

Esto es un concepto erróneo. El color de la ceniza de un cigarro no está directamente relacionado con su calidad. Depende del contenido mineral en el tabaco, como calcio, fósforo y magnesio, que hacen que la ceniza sea blanca, mientras que el potasio le da un tono grisáceo. Este proceso está ligado al suelo en el que se cultiva el tabaco, no a su calidad.


El color de la ceniza está influenciado por los minerales en el suelo (calcio, fósforo lo hacen más claro, potasio lo hace más oscuro). No tiene impacto en la calidad del cigarro. Muchos puros premium producen ceniza con un aspecto “sal y pimienta”.



Mito del cigarro # 9: Los puros suaves son más frescos

Este es un concepto erróneo. Los puros que se sienten demasiado suaves están mal empacados o sobrehumedecidos. Un cigarro de alta calidad debe ser firme a lo largo de toda su longitud, asegurando una quema uniforme y un flujo adecuado de humo. La suavidad no es señal de frescura ni de calidad superior.


Mito del cigarro # 10: Existe una consistencia ideal de sabor

Este es un concepto erróneo. La uniformidad absoluta de los puros de un lote a otro es imposible. Cada cigarro hecho a mano puede tener ligeras variaciones, y esto es completamente normal. El sabor también puede cambiar ligeramente dependiendo de la cosecha, ya que el tabaco, como cualquier producto natural, se ve afectado por las condiciones climáticas y la época del año.


La fabricación artesanal involucra pequeñas variaciones. Cada cosecha es única.


Mito del cigarro # 11: El cigarro es un elemento del estilo de vida “burgués”. Cuanto más caro es el cigarro, mejor es. Los puros son solo para los ricos



Este mito se originó durante la era comunista y persistió hasta principios de la década de 1990. Los carteles de propaganda mostraban a los capitalistas y opresores de la clase trabajadora con puros en la boca, creando asociaciones con la opresión. En ese momento, los puros eran vistos como un símbolo de la burguesía y, por lo tanto, de un estilo de vida injusto. Sin embargo, era bien sabido que en Cuba, los puros no solo los fumaban revolucionarios como Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, sino también trabajadores comunes. A pesar de esto, el mito continuó.


La clave es que un cigarro debe justificar su precio, ya sea barato o caro.


Un cigarro es un símbolo de disfrutar de la vida y apreciar sus momentos.








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